
El gran potencial beneficioso que tiene la NAC en los trastornos hepáticos se debe a sus múltiples mecanismos reguladores y antioxidantes.

Distintos estudios científicos demostraron la capacidad que tiene este elemento de mejorar significativamente la sintomatología asociada a condiciones que afectan al hígado.
Como bien se sabe, el hígado necesita una gran cantidad de antioxidantes y desintoxicantes, y qué mejor manera de proporcionar estos que con el consumo regular de NAC.
Siendo un potente precursor del glutatión, este elemento natural es capaz de proveer al hígado, y a los otros órganos en general, una gran cantidad de beneficios para su bienestar fisiológico.
Es verdad que una gran cantidad de agentes antioxidantes deben ser tomados de la dieta para cubrir ciertas necesidades básicas de nuestro organismo. Sin embargo, muchos de los agentes antioxidantes beneficiosos para nuestros órganos y sistemas son sintetizados en el interior de nuestro mismo cuerpo.
Dentro de estos, los más importantes son la coenzima Q10, el ácido tióctico y el glutatión.
Este último es conocido por ser un potente agente antioxidante capaz de producir un enorme efecto redox celular, jugando además un rol fundamental en el metabolismo de nutrientes y en la regulación de diversos procesos celulares, tales como la expresión génica, síntesis de proteínas, proliferación celular, producción de sustancias bioquímicas y respuesta inmunológica.
Sin embargo, el glutatión no aparece de la nada, ameritando un precursor, el cual viene siendo la N-acetil-L-cisteína.
Bioquímicamente hablando, esta es la versión acetilada del aminoácido L-cisteína, siendo su principal uso el de servir como suplemento nutricional debido no sólo al gran valor que tiene en la síntesis de glutatión, sino también por proporcionar un sinfín de beneficios clínicos para el ser humano actual.
Por ejemplo, la NAC es utilizada como mucolítico para aliviar las crisis producidas por ciertas enfermedades respiratorias como la bronquitis crónica y el asma, mejorando así el intercambio gaseoso en estos pacientes. Aparte, su uso deportivo también es bastante importante, siendo capaz de darle el impulso de energía que un atleta necesita en el momento justo.
Sin embargo, su uso beneficial más conocido es el de actuar como un elemento hepatoprotector.
Siendo capaz de contrarrestar una enorme cantidad de radicales libres mediante su potente acción antioxidante, el consumo de NAC es aconsejable en personas consumidoras habituales de alcohol y en las que consumen muchos fármacos o ciertas sustancias capaces de afectar el estado del hígado, pudiendo mejorar radicalmente su estilo de vida.
Claro está, todo esto está debidamente respaldado por una gran cantidad de investigaciones científicas.
Los estudios científicos respaldan el uso de la NAC
En el año 2010, un estudio se basó en 30 pacientes con enfermedad de hígado graso no relacionada al consumo de alcohol, quienes fueron seleccionados al azar para recibir NAC o vitamina C (1).
Los parámetros utilizados en el estudio incluyeron niveles de enzimas hepáticas, grado de esteatosis hepática, patrón de ecogenicidad, mediciones del hígado y del bazo, y el diámetro de la vena porta-hepática. A continuación, los pacientes fueron estudiados por 3 meses.
Durante y posterior a los meses del estudio, los pacientes que recibieron NAC como suplemento mejoraron los parámetros anteriores en comparación con los que recibieron vitamina C, demostrando esta mejoría especialmente con la reducción de los niveles de enzimas hepáticas y de las mediciones del bazo.
Gracias a este estudio se concluyó que la ingesta regular de N-acetilcisteína podría mejorar el funcionalismo hepático en pacientes con enfermedad de hígado graso no relacionada al consumo de alcohol.
Numerosas investigaciones también fueron realizadas para demostrar la protección y regeneración que otorga la NAC en casos de injuria hepática.
Científicos de Turquía pudieron comprobar esto en el 2014, cuando le administraron dosis de NAC y paracetamol (medicamento hepatotóxico) a ratas de laboratorio. Niveles de estrés oxidativo y funcionalidad hepática fueron estudiados, evidenciando resultados positivos en las ratas que recibieron NAC (2).
Otro estudio realizado en el año 2014 se enfocó en el daño hepático que produce la exposición ocupacional de pesticidas organofosforados a nivel mundial (3).
Para esto, se estudiaron los efectos preventivos de la N-acetil-L-cisteína en ratas con injuria e inflamación hepática inducidas por exposición al malatión, uno de estos químicos tóxicos.
Ratas de laboratorio fueron sometidas a la administración de malatión y NAC por 28 días. Al finalizar este lapso de tiempo, los especímenes fueron estudiados teniendo en cuenta parámetros como niveles de enzimas hepáticas, marcadores proinflamatorios como interleuquinas y otras citoquinas, y niveles de estrés oxidativo.
El estudio concluyó que la administración de NAC redujo los parámetros antes mencionados, al mismo tiempo que regulaba la funcionalidad hepática y antioxidante.
Otros estudios también se basaron en comprobar la acción preventiva y regeneradora de la NAC en casos de injuria hepática en ratas de laboratorio, concluyendo en resultados positivos (4, 5, 6).
En vista de la dificultad que se establece al aislar tejido hepático funcional y viable para usar en trasplantes hepáticos, un estudio hecho en el Reino Unido en el año 2014 por científicos de la Universidad de Birmingham incluyó el uso de N-acetilcisteína al habitual uso de Liberase en la técnica de aislamiento de tejido hepático en personas sanas, aumentando así la viabilidad del tejido a trasplantar y la tasa de éxito del procedimiento (7).
Para finalizar, en el año 2012, científicos Turcos compararon los efectos regenerativos del Silybum marianum, del propofol, de la NAC y de la vitamina E al ser administrados en ratas con hepatectomías parciales recientemente realizadas (8).
Cada elemento fue suministrado individualmente a diferentes grupos de ratas, teniendo también un grupo control, siendo todas estudiadas al tercer y séptimo día del experimento.
Con la administración de todos los elementos, los índices de regeneración y proliferación hepática aumentaron positivamente.
Aun cuando falta llevar a cabo mucha investigación, los estudios anteriormente señalados reflejan claramente los efectos hepatoprotectores y regenerativos de la N-acetil-L-cisteína y su posible uso en la prevención y tratamiento de distintas afecciones agudas y crónicas que el hígado es capaz de desarrollar.
Si a esto se le suma un correcto régimen alimenticio, una rutina de ejercicio físico regular, un estilo de vida calmado, entre otros factores positivos para la salud, el riesgo de que este tipo de condiciones aparezca o evolucione crónicamente se va a ir al mínimo.
¡No te queda de otra, debes incluir a la NAC en tu nutrición diaria!