
Las principales causas de dislipidemia son la mala dieta, la obesidad, y el sedentarismo

Algunos trastornos genéticos pueden causar dislipidemia con valores de grasa en sangre extremadamente altos

El tratamiento nutricional debe enfocarse en reducir la ingesta de azúcares refinados y grasas saturadas, aumentando a su vez el consumo de fibra.
La dislipidemia es una alteración en los niveles de grasa en sangre. Es un problema cada vez más acentuado en nuestra sociedad, con riesgo creciente de sobrepeso y obesidad.
La dieta y la actividad física son ambos factores importantes para el desarrollo de la dislipidemia, pero hay muchos más, incluyendo la genética.
Para saber si podemos combatir la dislipidemia desde casa y qué podemos hacer, debemos primero conocer cuáles son sus causas. De esta forma, podremos diseñar una buena estrategia según sea el caso.
Por eso, en este artículo discutiremos de forma breve y concisa cuáles son las causas y por qué aparecen los desequilibrios de lípidos en la sangre y qué cambios podemos implementar para que no nos afecten tanto.
Causas de la dislipidemia
Vale la pena también evaluar las principales razones por las que se ven alterados los valores de lípidos en sangre.
En la mayoría de los casos tiene mucho que ver con la dieta, sin embargo, existen algunos síndromes genéticos y problemas metabólicos que pueden estar asociados a niveles altos de colesterol y triglicéridos.
Entre los principales problemas, tenemos:
> Dislipidemias primarias
También llamadas hereditarias. Son problemas genéticos en el metabolismo de las grasas que resultan en una producción exagerada de triglicéridos o colesterol LDL o una eliminación muy lenta.
Algunas dislipidemias primarias también conllevan una eliminación rápida o una falla en la producción de colesterol HDL.
Una de las características de este tipo de dislipidemia es que los valores de lípidos en sangre son exageradamente altos y muy resistentes al tratamiento habitual (1, 2).
> Obesidad
Es una causa muy frecuente de dislipidemias. La obesidad es un exceso de tejido graso en el organismo, y conlleva a un aumento del transporte de la grasa en la sangre. Está asociado con problemas como hígado graso y ateroesclerosis, y puede desembocar en una resistencia a la insulina (2).
> Diabetes
Los problemas con la insulina y el aumento de glucosa en sangre pueden asociarse también a una dislipidemia. El metabolismo de los carbohidratos está íntimamente ligado con el metabolismo de las grasas.
Ambas son fuentes de energía y pueden utilizarse o almacenarse de diferentes formas en el organismo, por lo que un exceso de glucosa en la sangre puede desencadenar un aumento en los niveles de triglicéridos y colesterol, especialmente en pacientes obesos (2).
> Mala dieta e inactividad
Una dieta con exceso de grasas saturadas y grasas trans así como el sedentarismo y la inactividad física pueden llevarnos a padecer de problemas de lípidos en sangre, especialmente si se unen con los factores mencionados arriba.
Se ha determinado que el ejercicio tiene efectos positivos al disminuir valores de LDL y aumentar las HDL, efecto del que no disfrutaremos si no hacemos actividad física (3).
Y todo esto, ¿tiene consecuencias?
En definitiva, si. Las principales son el infarto al miocardio y el accidente cerebrovascular.
Efectivamente, todo se debe a un depósito anormal de grasa en las arterias que se hace progresivo mientras la dislipidemia se convierte en un problema crónico.
Mientras más altos sean los niveles de LDL y triglicéridos y menor sea el nivel de HDL, el riesgo cardiovascular aumenta por la formación de una placa ateromatosa en los vasos sanguíneos.
La formación de una placa ateromatosa es un proceso muy complejo que involucra inflamación, moléculas de LDL, macrófagos, moléculas de colesterol, y radicales libres.
Al final del proceso, una capa de grasa cubre el interior del vaso sanguíneo y reduce el espacio por el que circula la sangre.
Haciendo un esfuerzo extra por vencer el obstáculo, el flujo de sangre termina rompiendo la placa ateromatosa y desencadenando un proceso de agregación plaquetaria parecido al que se inicia después de una lesión.
Se forman trombos que bien pueden ocluir la totalidad de la arteria o desprenderse y migrar a una arteria más pequeña, obstruyendo el paso de sangre.
Todo comienza con una mala dieta, con un ejercicio insuficiente, o con unos kilos extra de peso.
Puede o no estar asociado a la diabetes o a problemas mayores, pero puede terminar en un problema grave del cual no hay vuelta atrás.
El infarto cerebral y del corazón pueden tener consecuencias perdurables y son los principales motivos de muerte y discapacidad en jóvenes adultos y adultos mayores (4).
Es por eso que no nos cansamos de deciros que la prevención es la mejor medicina, y es una que no cuesta demasiado. Después de recibir el diagnóstico de dislipidemia es momento de preguntarnos qué cambios del estilo de vida necesitamos para solucionar el problema, ya que es principalmente el estilo de vida el que nos ha llevado hasta este lugar.
Tratamiento de la dislipidemia
Al detectar un trastorno en los niveles de lípidos en la sangre, el tratamiento dependerá de qué tan grave es la alteración y cuáles valores se encuentran alterados.
En la mayoría de los casos leves la dieta y el ejercicio suelen ser métodos claves para el tratamiento de estos trastornos sin necesidad de utilizar fármacos.
Sin embargo, en muchos otros casos como la dislipidemia primaria, será necesaria la intervención de un equipo médico y asesoría nutricional para lograr solucionar el problema.
Los medicamentos que generalmente se utilizan para el tratamiento de las dislipidemias son los fibratos y las estatinas, y el tipo de dieta que se recomienda es una dieta hipocalórica con una buena selección de grasas de calidad y carbohidratos complejos.
> Tratamiento nutricional
La dislipidemia es básicamente un trastorno del metabolismo energético, y son pocos los casos que no mejoran con un tratamiento nutricional.
Los alimentos recomendados para personas con dislipidemia son generalmente los mismos:
- Fuentes de fibra natural, como las legumbres, la lechuga, el brócoli, y muchos otros vegetales fibrosos.
- Fuentes de carbohidratos complejos, como el pan y los cereales de grano entero, las nueces, semillas y legumbres.
- Fuentes de grasa de buena calidad, como el aguacate y los pescados.
Sin embargo, más allá de indicar una lista de alimentos recomendados, lo que se busca en el tratamiento nutricional de la dislipidemia es la moderación y la buena selección en proporción de nutrientes.
Para ello existen una serie de recomendaciones dietéticas, la mayoría de ellas asociadas a una reducción de peso.
Un ejemplo característico es la dieta antiinflamatoria, la que disminuye el efecto inflamatorio de la obesidad y la dieta inadecuada.
En el caso de la dieta cetogénica, también puede aplicarse, pero únicamente si tu problema son los triglicéridos y tus niveles de colesterol no están cerca de su límite superior.
Se trata de un tipo de dieta enfocada en alimentos con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias. Promueve el consumo de alimentos frescos y mejora con el tiempo la proporción de lípidos en la sangre.
En pacientes con problema de peso e hígado graso se recomendará una dieta hipocalórica para normalizar el porcentaje de grasa corporal, y en pacientes con niveles muy altos de lípidos en sangre se necesitará el apoyo de fármacos como las estatinas y los fibratos.