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Las causas de la obesidad mas comunes tienen que ver con los hábitos alimentarios y el ejercicio. Existen causas hormonales y genéticas que también juegan un rol importante
Al final del día, el sobrepeso es causado por un exceso de energía, el cual se puede manejar utilizando diferentes métodos
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En el mundo existen muchas personas con obesidad, y la mayoría tienen algo en común: No entienden por qué siguen teniendo peso de más a pesar de que, a su parecer, comen en cantidades normales.
Nos sorprenderíamos al ver la cantidad de personas obesas que afirman comer cantidades pequeñas.
Pero si lo medimos de una manera objetiva, a lo largo de los años ha aumentado lo que se consideran porciones normales. Y con el tamaño de las porciones consideradas normales por la mayoría también han aumentado los índices de obesidad (1).
Las causas de la obesidad a veces escapan de la comprensión de algunos pacientes, y la primera explicación a la que acuden es la más sencilla: genética y hormonas.
Sin embargo, ¿son la genética y las hormonas las principales causantes de la obesidad a nivel mundial?
Lo cierto es que no.
Las verdaderas causas de la obesidad
Sólo un porcentaje muy bajo de pacientes padecen obesidad por problemas hormonales severos. El resto tiene otros factores de riesgo asociados.
Entre las causas más comunes de la obesidad tenemos:
Alimentación poco equilibrada
No es necesaria una ingesta exagerada para alcanzar un estado de obesidad. En vez de eso, lo que más contribuye es la dieta poco equilibrada..
Las personas con obesidad suelen incluir alimentos con mucha carga de carbohidratos o grasa y suelen olvidarse de los micronutrientes y la fibra dietética.
Deficiencias como la del yodo pueden causar hipotiroidismo y contribuir a la obesidad mientras que consumir poca fibra en la dieta termina elevando las cifras de glucemia de forma exagerada y contribuyendo a las reservas grasas.
Vida sedentaria
En muchos casos, los individuos con obesidad tienen un trabajo donde no realizan actividad física importante, y de vuelta a casa tampoco se mueven demasiado.
En ocasiones pueden haber algunos esfuerzos por hacer actividad física, pero son por muy poco tiempo o no son sostenidos en el tiempo como para lograr verdaderos cambios.
Estrés sostenido
Las situaciones estresantes liberan una hormona llamada cortisol. Lo mismo ocurre cuando tenemos un sueño intranquilo o insuficiente.
Se trata de una hormona de supervivencia que activa las alarmas corporales.
Entre lo que hace para “ayudarnos a sobrevivir” es almacenar energía de reserva en forma de grasa para situaciones de emergencia.
El estrés sostenido causa un aumento de cortisol continuo que aumenta nuestro porcentaje de grasa corporal de forma acelerada.
Problemas hormonales
Lo ubicamos al final de la lista porque es la causa menos común.
Sin embargo, las hormonas sexuales, tiroideas, así como las suprarrenales, influyen en el trabajo de las células de grasa.
Una alteración en estas hormonas puede tener como resultado una obesidad mórbida. Generalmente son pacientes con obesidad extrema y casos muy específicos con varias enfermedades asociadas.
Otro factor oculto que contribuye a la obesidad
A pesar de todo esto, muchos de nosotros nos hemos encontrado con una gran paradoja.
Existen personas que, aún sin ejercicio y alimentándose de forma similar, mantienen su peso de manera fácil. Otros, por el contrario, son muy propensos a subir de peso cuando comen un poco más o algo que se encuentra fuera de su dieta.
Incluso podría parecer que estos individuos desafían las leyes de la termodinámica. Aunque hagamos los cálculos de cuánta energía hemos obtenido del alimento y la que hemos quemado en el ejercicio, los cálculos no se adaptan a la realidad.
Esto ocurre porque no estamos teniendo en cuenta un valor muy importante que, además del ejercicio y las porciones de comida, pueden jugar un papel fundamental. Se trata de la termogénesis por actividad sin ejercicio.
Bajo las siglas NEAT, este es un valor que cambia mucho entre un individuo y otro, y por el cual muchas veces unas personas bajan de peso con más facilidad. Se trata de la actividad física que, aunque no es ejercicio, también quema calorías a lo largo del día.
Por colocar un ejemplo práctico, podríamos tomar a dos personas que trabajan en la misma compañía. Uno de ellos trabaja en el área administrativa mientras que el otro hace de recadero.
Ambos se alimentan casi igual, ya que la compañía les provee dos de sus tres comidas principales.
Pero la actividad física de uno de ellos es mayor, ya que quien hace de recadero siempre está moviéndose de un lado al otro.
Otro ejemplo menos obvio tiene que ver con una actividad muy común en personas nerviosas: juguetear con cosas en las manos, mover las piernas nerviosamente, o moverse de forma excesiva por un problema de ansiedad. Es una de las principales razones por las cuales los pacientes con hipertiroidismo suelen ser delgados.
Aunque parezca poca cosa, la termogénesis por actividad sin ejercicio puede marcar la diferencia.
Mientras que un individuo quema 100 calorías en una sesión de ejercicio intenso para volver a su lugar de trabajo y vida sedentaria, otra persona con mayores niveles de termogénesis por actividad sin ejercicio puede estar quemando hasta 350 calorías a lo largo de todo el día en actividades como: caminar en casa, estar de pie en vez de estar sentado, limpieza, jardinería, mover las piernas nerviosamente, juguetear con las manos constantemente, y cambiar nerviosamente de posición en la silla. Estas 350 calorías se traducen a 18 kg de peso corporal al año, que pueden agregarse o quitarse a nuestro peso actual (2).
¿Hay alguna manera de controlarlo a nuestro favor?
Recientemente se están haciendo populares las estrategias NEAT para aumentar nuestra termogénesis por actividad sin ejercicio.
Podemos, por ejemplo, utilizar asientos especiales que mantienen activos los músculos abdominales. También podríamos utilizar escritorios ajustables para trabajar de pie en vez de sentados. Caminar al hablar por teléfono. Hacer labores de jardinería.
Sin embargo, y a pesar de la utilidad de estos métodos, no reemplazan a la dieta y ejercicio como métodos fundamentales para el control de peso. Por eso, lo que se recomienda es un abordaje completo de la obesidad desde todos los ángulos para lograr los mejores resultados.