
El gran potencial beneficioso que tiene la NAC en la neurodegeneración se debe a sus múltiples mecanismos antioxidantes, antiinflamatorios y antiapoptóticos.

Múltiples estudios científicos demostraron la capacidad que tiene este elemento de mejorar, a través de varios mecanismos, la sintomatología asociada a estas patologías tan aparatosas.
La N-acetil-L-cisteína, también conocida como acetilcisteína o NAC, es una molécula derivada de un aminoácido bastante común en la dieta de cualquier ser humano: la cisteína.
A pesar de ser un nutriente poco conocido, está ganando renombre rápidamente gracias a sus propiedades químicas que tienen tantos beneficios sobre nuestro cuerpo.
No sólo hablamos de un compuesto capaz de modificar y aumentar la capacidad antioxidante de nuestro cuerpo, limpiando el hígado en el camino, sino que también puede ofrecer beneficios sobre la inmunidad, la tensión arterial, los pulmones, etc.
Durante muchos años, la NAC fue reconocida por la comunidad científica como el tratamiento de elección para la sobredosis de acetaminofén o paracetamol.
Es necesario destacar que la acumulación de este fármaco causaba daños casi irreparables sobre el hígado, pero que hoy en día conocemos que es posible evitarlos a través de la NAC.
Desde entonces, la NAC ha ganado mucho reconocimiento y se ha invertido bastante dinero en dilucidar cuáles son los mecanismos que causan estos efectos y si es posible emplearlos en otras patologías.
Pues la respuesta ha sido sólo una: la acetilcisteína es un coadyuvante poderoso que sirve para un sinfín de enfermedades.
Algunas de las patologías más complejas son las neurodegenerativas, porque no sólo afectan nuestro estado físico, sino también nuestra calidad de vida.
Es decir, es diferente una persona con diabetes, que puede controlarse y vivir su vida con cierta normalidad, aunque siga existiendo un daño basal, a aquellos con muchos síntomas y trastornos mentales, que no pueden mantener su rutina.
Estas enfermedades involucran algunas bastante conocidas, tales como el Alzheimer, Parkinson, Huntington, etc., teniendo todas algo en común: el daño crónico a un sector específico del cerebro, limitando así las funciones y acortando la vida del paciente.
La NAC parece ser un coadyuvante que también puede estar involucrado en la mejoría de los trastornos neurodegenerativos.
Hay varios mecanismos de acción implicados, pero iremos explicando uno a uno cada caso en particular.
Alzheimer
El Alzheimer es un trastorno degenerativo y destructivo que está bastante relacionado con la edad, y que en la actualidad no hay ningún tratamiento confirmado y aprobado por los organismos internacionales que sea efectivo.
Es un trastorno caracterizado por la pérdida gradual de la memoria, lo cual eventualmente conlleva a la demencia.
Si bien es una enfermedad multifactorial, debemos mencionar que hay algo importante detrás de toda su fisiopatología: el estrés oxidativo. Según los mejores estudios científicos, el daño principal en esta enfermedad está mediado por la acumulación de radicales libres que terminan aumentando las reacciones de estrés oxidativo y, por tanto, causando daño directo sobre el cerebro (1).
Ahora bien, el rol de la NAC en el Alzheimer está orientado principalmente a prevenir este estrés y detener su progresión.
Esto lo hace a través de dos mecanismos distintos: en primer lugar, la acetilcisteína actúa como un antioxidante potente capaz de disminuir y suprimir las reacciones de estrés oxidativo que favorecen el desarrollo de la neurodegeneración (2).
Pero, por otro lado, y más importante, la NAC aumenta los niveles de glutatión: el antioxidante endógeno por excelencia. Este es el supresor del estrés oxidativo más importante, ya que abunda en el cerebro y el sistema nervioso central, siendo capaz de impedir el daño celular y abolir la progresión de una enfermedad tan complicada como el Alzheimer.
Parkinson
En el Parkinson, el desarrollo es un poco diferente. La neurodegeneración no está dirigida hacia las áreas cognitivas, sino a los centros que regulan la liberación de dopamina, un neurotransmisor importante para la regulación del movimiento.
Esta es la razón por la cual estos pacientes experimentan temblores, bradicinesia, aumento de la base para caminar, etc. Si bien es una enfermedad de lenta progresión, actualmente no hay ningún tratamiento que la frene, estando las terapias basadas en suplir este déficit de dopamina.
Ahora bien, en etapas iniciales parece que hay una reducción importante del glutatión, por lo que el estrés oxidativo cobra vida y empieza a dañar las zonas aledañas, como la sustancia negra. A medida que progresa la enfermedad, el glutatión sigue disminuyendo y el estrés oxidativo aumenta aún más (3).
De hecho, se ha planteado suministrar glutatión para atenuar los síntomas y mejorar la progresión de la enfermedad; sin embargo, este elemento tiene una vida media muy corta, por lo que no es útil sino a corto plazo.
Pero la historia es un poco diferente con la NAC, un importante precursor del glutatión.
Gracias a que puede cruzar la barrera hematoencefálica (cerebral), la acetilcisteína puede actuar apropiadamente en el cerebro. Al administrar este compuesto, los niveles de glutatión se elevan y su efecto perdura en el tiempo. De hecho, los expertos son muy optimistas sobre el efecto que tiene la NAC en el Parkinson (4).
Por último, pero no menos importante, la NAC también podría limitar los efectos secundarios de la dopamina utilizada en el tratamiento convencional del Parkinson. De hecho, uno de los efectos más importantes es que aumenta la apoptosis o muerte celular programada, factor limitado especialmente por la NAC (5).
Huntington
Otro trastorno neurodegenerativo que afecta a los pacientes a nivel psiquiátrico, pero característicamente a nivel motor, generando una serie de movimientos patógenos bastante particulares.
La disfunción mitocondrial (origen más importante del estrés oxidativo) es un evento crucial que forma parte de la patogénesis de esta enfermedad. Por tanto, es de esperarse que la NAC, un poderoso antioxidante, sea un coadyuvante eficaz.
Hay varios estudios que confirman el efecto de la NAC no sólo para frenar, sino también para revertir los efectos de la disfunción mitocondrial en el Huntington. Incluso, la suplementación con NAC puede corregir los trastornos neuroconductuales que experimentan este tipo de pacientes (6).
Está claro: los estudios anteriormente señalados reflejan claramente los efectos positivos que tiene la N-acetil-L-cisteína en la prevención y tratamiento de la sintomatología relacionada con varios trastornos neurodegenerativos.
Si a esto se le suma un correcto régimen alimenticio, una rutina de ejercicio físico regular, un estilo de vida calmado, entre otros factores positivos para la salud, el riesgo de que este tipo de condiciones aparezca o evolucione negativamente se va a ir al mínimo.
¡No te queda de otra, debes incluir a la NAC en tu nutrición diaria!