
La resistencia a la insulina es un problema metabólico en el que el cuerpo deja de responder como debería a la insulina

El principal problema que causa es un desequilibrio en los niveles de azúcar

Generalmente viene acompañada de la obesidad y otros problemas de salud
Buscar información sobre obesidad o diabetes es bastante común para quienes padecen estas condiciones de salud o quienes tienen familiares recientemente diagnosticados.
Pero si estás investigando sobre resistencia a la insulina es porque te han diagnosticado con ella o porque tienes cierto conocimiento en el área médica.
Qué es la resistencia a la insulina
La resistencia a la insulina es un problema metabólico del cual no se hablaba en tiempos pasados.
Es recientemente que se han encontrado múltiples asociaciones entre la acción de la insulina en el cuerpo y un sinfín de enfermedades que aumentan el riesgo cardiovascular.
Después de la llamada resistencia a la insulina, otros conceptos innovadores han surgido, como la resistencia a la leptina, y entre todos han ayudado a comprender qué es lo que ocurre justo antes de la diabetes.
Como verás en este artículo, la resistencia a la insulina es parecida a la diabetes en diferentes aspectos, menos en uno: a diferencia de la diabetes, la resistencia a la insulina puede ser reversible si no viene acompañada de patologías más serias.
Hablaremos a fondo de lo que es la resistencia a la insulina, cómo podemos detectarla, las diferentes complicaciones que puede causar, y lo que podemos hacer para remediarla.
Los tejidos que se resisten a la insulina (1)
Cuando hablamos de resistencia, popularmente nos imaginamos a un ejército resistiendo la invasión de una ciudad o a una enamorada resistiéndose a decirle que sí a su enamorado.
En el caso de la resistencia a la insulina, es más un problema de insensibilidad que de resistencia activa.
Así como dejamos de percibir un olor después de estar expuestos a él durante un tiempo considerable, muchos tejidos van perdiendo su sensibilidad a la insulina cuando están expuestos a altas concentraciones de esta hormona.
El páncreas libera insulina al torrente sanguíneo cuando detecta niveles elevados de glucosa o azúcar en la sangre, generalmente después de alimentarnos.
La insulina se encarga de abrir unas compuertas especiales en las células llamadas GLUT, y como consecuencia el exceso de glucosa pasa a estar dentro de las células, donde se convierte en energía o se almacena.
La resistencia a la insulina inicia en las células musculares, las células de grasa y las del hígado cuando un constante aumento de la glucosa estimula de forma continua al páncreas y le hace liberar insulina de forma exagerada.
Como el organismo detecta lo anormal de tanta insulina, intenta defenderse del nuevo problema al reducir la cantidad de receptores o disminuyendo la eficiencia de los que ya están.
Como resultado, a pesar de que exista mucha insulina en la sangre, la respuesta estará disminuida.
Entre los órganos que pueden hacerse resistentes a la insulina también se encuentra el cerebro, el cual disminuye el metabolismo de glucosa y puede conllevar a varios problemas de salud, entre ellos la demencia senil.
Un complejo problema metabólico (2)
La resistencia a la insulina no aparece por arte de magia.
Sin embargo, no es fácil detectar la causa primaria que la originó, ya que es un problema multifactorial.
Esto significa que obedece a varios factores o causas.
Entre ellas:
- El sobrepeso u obesidad, que se acompaña de una serie de problemas del metabolismo energético.
- El sedentarismo, que conlleva a un gasto menor de la glucosa de la sangre.
- Familiares con diabetes, síndrome metabólico, o resistencia a la insulina, por motivos genéticos.
- Dislipidemias o alteraciones de las grasas en sangre.
- La edad, ya que es más común en personas mayores de 45 años.
Por eso, si alguno de los factores mencionados arriba te parecen familiares, toma acción. La mayoría de ellos son modificables con el estilo de vida.
Recuerda que, si algo tiene de buena la resistencia a la insulina, es que puedes hacer algo al respecto y revertirla. No tienes por qué desembocar en una diabetes tipo 2 si tomas cartas en el asunto.
Vive una vida saludable, aliméntate con moderación y evitando sobrecargas de grasa y azúcar. Vive una vida más activa, intentando llegar a un mínimo de 30 minutos de actividad física 5 veces al día. Y realiza tus chequeos regularmente con tu médico.
Si sigues estas recomendaciones, no solo evitarás problemas futuros, sino que también verás desde hoy un cambio en tus niveles de energía, estado de ánimo, y aspecto físico.