
Las dislipidemias son desórdenes en los niveles de lípidos o grasas en la sangre

El consumo de suplementación a base de ácido alfa lipoico también es capaz de mejorar ciertos parámetros metabólicos asociados, promoviendo una mayor recuperación por parte del tejido hepático.

Las dislipidemias son asintomáticas, pero se deben tratar cuanto antes para evitar complicaciones
A pesar de ser tan útil para el cuerpo, la grasa tiene muy mala reputación. Y es que, en la actualidad, la mayoría de las fuentes de grasa que consumimos diariamente son de mala calidad, y no sorprende que sean dañinas.
Si te has interesado por el tema de las dislipidemias, probablemente has escuchado algo sobre el colesterol bueno y el colesterol malo. Pero es un concepto que muchos no entienden aunque lo repitan una y otra vez.
Si el colesterol puede ser bueno también, cuáles son los problemas de grasa en la sangre que deberían interesarnos? Hay alguna manera de saber que tenemos este tipo de problema?
La grasa en la sangre no es siempre un problema (1)
Para empezar a entender la dislipidemia, es necesario dejar claro que no siempre la grasa es un problema. Luego pasaremos a explicar cuándo comienza a representar una amenaza a la salud.
Los ácidos grasos cumplen una función muy importante en las células y en la sangre. Ejemplo de ello es la membrana celular. Está compuesta de moléculas de grasa especiales, y sin ella no podríamos vivir.
Otro ejemplo son las hormonas sexuales, que están compuestas de un anillo químico hecho nada más y nada menos que de colesterol.
Por eso, las grasas forman parte de la alimentación saludable, solo que hay que saber escogerlas entre fuentes ricas en omega 3.
El problema de la grasa en la sangre radica en los excesos.
Así como los niveles muy bajos de grasas pueden ser insuficientes para las necesidades del organismo, los niveles muy altos pueden causar problemas al depositarse en las arterias y contaminar áreas del cuerpo donde las grasas no son necesarias.
Entre muchos otros que podríamos nombrar, existen tres componentes fundamentales que no podemos dejar de nombrar: el colesterol LDL, el colesterol HDL y los triglicéridos.
- Colesterol LDL: Es popularmente conocido como colesterol malo. LDL son las siglas en inglés de “Lipoproteína de Baja Densidad”. Son partículas parecidas a una gran bolsa, llenas de colesterol, que tienen la función de llevar la grasa del hígado hacia el resto del cuerpo. Son transportadores de grasa muy importantes para el funcionamiento normal del organismo, pero cuando hay un exceso comienzan a depositar grasa donde no debería haber, como en los vasos sanguíneos.
- Colesterol HDL: Conocido como colesterol bueno, sus siglas significan “Lipoproteína de Alta Densidad”. Son partículas muy parecidas a las LDL, en forma de bolsa y llenas de colesterol, pero su función es transportar la grasa desde las diferentes partes del cuerpo hasta el hígado. De esta forma, realizan una especie de limpieza de las arterias y de los tejidos con alto contenido graso. Es por eso que a las HDL se les denomina “colesterol bueno” y los valores bajos de esta partícula son los que ocasionan problemas.
- Triglicéridos: Son partículas de grasa muy diferentes al colesterol y a las lipoproteínas. En vez de ser una bolsa llena de grasa, los triglicéridos son moléculas que se componen de un glicerol y tres ácidos grasos. Es decir que, en un esqueleto de glicerol, que tiene 3 espacios, se acoplan 3 moléculas de grasa. Es una forma sencilla de transportar grasa distinta al colesterol en la sangre.
- Otras partículas de grasa: También existen las VLDL, que son lipoproteínas de muy baja densidad, y también son consideradas colesterol malo. En un perfil lipídico verás igualmente valores como colesterol total, que suma el colesterol bueno y malo sin hacer distinción.
¿Qué es la dislipidemia? (2)
Todos los valores de grasa en sangre se pueden ver alterados, algunos al estar muy elevados, otros al estar muy bajos.
Dislipidemia es el nombre médico de la alteración en los lípidos de la sangre, sea porque se encuentran a niveles elevados o bajos. Además, como hay varios tipos de grasas hay varios tipos de dislipidemia dependiendo de cuál se encuentre afectada.
Dependiendo de cuál valor esté alterado, podemos tener una hipertrigliceridemia, la hipercolesterolemia, y la dislipidemia mixta, que se componen de varias alteraciones de lípidos a la vez.
Es común encontrar valores más altos, sobre todo de LDL, mientras vamos envejeciendo.
Estos valores son particularmente mayores en hombres en comparación con las mujeres, quienes generalmente sufren de lípidos en sangre debidos a problemas de obesidad y después de su menopausia.
¿Cómo saber que tengo dislipidemia? Signos y Síntomas
Hay una muy buena o muy mala noticia con respecto a la dislipidemia. La mayoría de los casos son asintomáticos. Esto es bueno porque no causa molestias de inmediato, pero malo a la vez porque puede permitirnos dejar pasar el tiempo sin ningún tipo de tratamiento.
La dislipidemia tiene muchas características similares a la hipertensión: ambas causan problemas serios a largo plazo y ambas suelen ser asintomáticas.
En la mayoría de los casos, la dislipidemia se detecta de forma tardía, cuando el paciente se realiza una serie de exámenes de rutina y es entonces cuando se da cuenta de sus altos valores de lípidos en sangre.
Sin embargo, la mayoría de estos pacientes son totalmente asintomáticos.
Y cuando presentan síntomas se atribuyen a cualquier otra causa, menos a un trastorno de lípidos.
Algunos pacientes pueden desarrollar mareos, otros pueden referir dolor de cabeza, pero son problemas tan leves que no despiertan ninguna inquietud y el problema persiste por muchos meses, e incluso años.
Con el tiempo, cuando se desarrollan las consecuencias de la dislipidemia, los efectos en el cuerpo se hacen notorios, pero ya no hay marcha atrás.
No hay forma de revertir un infarto al miocardio o un accidente cerebrovascular cuando ya han ocurrido. Es por eso muy importante tomar una postura preventiva en vez de esperar a que los síntomas comiencen a aparecer.